Bienvenidos a los que a veces no les gusta cortarse solos y se cuelan, se deslizan por las grietas de la escuela hasta este espacio que invita a compartir lo que se va creando.



Antes que nada, alimentá a los peces de tu imaginación

jueves, 29 de abril de 2010

De cómo se puede alimentar pececitos o pescar


Es notable la conducta de quienes entran a este blogg: leen "Corte y Confección"; leen: "un espacio para los que no se cortan solos y ... comparten lo que crean"; ven los pececitos y... ahí quedan atrapados en la perplejidad: se preguntan ¿Qué tiene que ver esta pecera???
Entonces, uno les dice que esos bichos quieren comer, y les muestra que, haciendo click con el mouse, les provee de puntitos rojos a los que ellos se avalanzan. A partir de entonces quedan atrapados en la tarea de clickear por todo el recuadro y -lo peor de todo- fuera de él. Mala acción esta última porque así obligan a salir a los voraces que, sin darse cuenta del peligro inminente de morir fuera del agua, se precipitan hacia la negrura . Y eso es trampa, porque si lo que se quiere es pescar, entonces hay que meterse al agua.

Nuestra propuesta es que no se abandone ni la práctica de alimentar a los habitantes de nuestra fantasía ni -menos aun- la deportiva práctica de la pesca, que tanto pone en juego la pericia, la paciencia, la técnica. Ahora sí, lo que estaría bueno es que fuera una pesca en el turbulento mar de la imaginación.

Algunos ya han salido con tal propósito, pero antes de presentarles los resultados de la expedición los dejamos con este mínimo poema en forma de hayku de quien sin duda gustaba de pescar sutilísimas imágenes:


Los pescadores
alzan la red y cae
la luna en gotas.



(Ay, el Llanero Solitario no puede con su genio y aclara: un Haiku es un pequeño poema que contiene 17 sílabas en total divididas en tres versos de 5, 7 y 5 sílabas respectivamente -siempre en lengua japonesa, claro. Al traducirlos, se pierde esa regularidad métrica. Como imaginarán, en tan breve espacio, la tradición de la poesía japonesa privilegió la concentración de la metáfora y su máximo poder de sugestión. El lector debe poner mucho de sí para completar imaginativamente el haiku, quien por lo general es, como el trazo de la pintura japonesa, impersonal y delicado. El poeta no aparece en el poema y registra un instante fugitivo, como también sucede en este poema de uno de lo más grandes poetas japoneses, Basho (1644-1694):

El mar se oscurece,
los gritos de las gaviotas
son ligeramente blancos.


Es perfecto, ¿no? )